Una madre que, con su hijo mayor, trató de adaptarse al loco y frenético ritmo que impone esta sociedad, y que, tras tropiezos, batacazos, penas y sinsabores, descubrió que había cosas más importantes que introducirse en esa loca carrera hacia ninguna parte.

Una madre que no nace… se hace; pues han sido mis hijos los encargados de abrir mi corazón al amor incondicional con su autenticidad y pureza. Les amo con todo mi ser, lo que no me impide observar las equivocaciones que puedan cometer, y que llevo con la mayor serenidad que puedo, pues como en mí, forman parte del desarrollo y evolución de sus vidas. La mía gira en torno a ellos, a mi familia.

Me gusta escribir lo que pienso, siento o aprendo y compartirlo con los demás, por si a alguien pueden ayudar los errores cometidos, aunque eso implique reconocerlos abiertamente, y es que, en cuestión de errores, tengo un máster que compartir; sobre todo en lo que respecta a la convivencia con el TEA que tiene Ian, mi hijo mayor; es por eso que la principal intención de todo lo que llevo a cabo sobre las características de mi hijo, es la de contribuir a que otras personas no sufran por los mismos errores que cometimos nosotros.