Las historias sociales activas son indicaciones orales acompañadas de sencillos dibujos hechos, generalmente, en el momento surge la dificultad, aunque las realizamos siempre que lo consideremos necesario:

La imagen de la izquierda fue creada en el momento surgió una dificultad en mi hijo, como se puede apreciar, los garabatos los hice rápidamente, pero esto no impidió que mi hijo, con TEA de II nivel, entendiera lo que quería decirle. Y esto era:

Los abuelos se quedarán a dormir en su casa de campo esta noche para que mañana, cuando vayamos todos a comer, hayan encendido el fuego desde esta noche y la casa esté caliente. Comeremos, nos reiremos y disfrutaremos todos juntos. Y sobre las 6 o las 7 de la tarde de mañana, cada uno se irá a su casa y los yayos también se irán a su casa en el pueblo.

La imagen de la derecha fue la opción de poder repasar el aprendizaje hasta adquirirlo, (al menos en cada temporada) ya que éste es un problema que forma parte de una de sus obsesiones.

Le puse este término ACTIVA, a esta forma de hacer historias sociales, por la celeridad que encierra desarrolladas de esta manera y para diferenciarlas de las que yo llamo clásicas. Durante años, en la creación de las historias sociales que realizaba, necesitaba encender el ordenador, crear un documento e ir escribiendo cada frase, después las escombraba reduciendo el tamaño de la misma y quitando, al máximo, las connotaciones negativas que había utilizado, sustituyéndolas por frases  en positivo…  El siguiente paso era buscar los dibujos o imágenes que me parecían adecuados para cada renglón y esto podía llevarme horas. Lo que se traducía en un enorme trabajo a realizar para cada aprendizaje que mi hijo necesitaba. En aquella época no existían las aplicaciones que hoy día facilitan tanto todas estas cuestiones, por lo que los aprendizajes se iban amontonando en mi escritorio. ¡Había tanto que trasmitirle cada día y tan poco tiempo que dedicar a la creación del material!

¿Cómo podía aligerar el trabajo? ¿Cómo podía llegar a mi hijo de una manera más rápida? bueno…,¡tenía una pizarra en el salón!, ¿qué más necesitaba?

Empecé a hacer dibujos muy sencillos a la vez que le explicaba ciertos asuntos en el momento en que Ian se atascaba. Solo tardaba unos segundos en hacer cuatro garabatos mientras, oralmente, le explicaba lo que esos sencillos dibujos trataban de simbolizar.

Mi hijo captaba el mensaje con pasmosa rapidez. A veces, observaba la atención que me prestaba mientras dibujaba y me esmeraba un poco más en los dibujos, incluso, él mismo me pedía que dibujara a alguien al volante, cuando el dibujo era un coche… y cosas así. En algunas ocasiones, al dibujarle pautas de aprendizaje para que hiciese el sábado (hacer su cama, pasar la aspiradora por su cuarto etc.), le preguntaba cuál de ellas era la que menos le gustaba y él me señalaba la de pasar la aspiradora. Poco a poco fui dándome cuenta de que aquella nueva forma de comunicarme con mi hijo era mucho más rápida y, además, encerraba algo maravilloso, ¡podía preguntar cosas a mi hijo a través de los dibujos y él me respondía! Siempre había tratado de adivinar los motivos que le llevaban a reaccionar de cierta manera, ya que nunca respondía a mis preguntas, sin embargo, desde que empecé a trabajar de esta manera, si acertaba en las pesquisas y se lo plasmaba de esta forma tan sencilla, él me señalaba el dibujo adecuado.

La investigación por mi parte, para averiguar los motivos de sus salidas de tono no podía descartarla, pues necesitaba opciones que presentarle a través de aquellos trazos, pero ahora era él, quien afirmaba o no dicha opción.

Yo no inventé esta fórmula, la descubrí, debido a la necesidad de buscar atajos; como tantas y tantas personas lo harán, porque estoy segura de que muchas otras personas habrán utilizado este tipo de comunicación con anterioridad. Lo único que hice fue ponerle un nombre: «Historias sociales activas», y lo hice para distinguir las historias sociales clásicas (frase escrita y dibujo específico y bien delineado) con esta forma de comunicación mucho más expeditiva.

Con el tiempo, fui dándome cuenta de que, además de hablar a través de sencillos dibujos, también era necesario tener en cuenta ciertas cosas y seguir los siguientes pasos:

  1. Indagamos qué puede estar motivando la reacción del niño (pensamos opciones).
  2. Utilizando una libreta, pizarra o tablet, dibujamos de manera sencilla algunos dibujos que representen lo que le comunicamos de forma oral.
  3. Le pedimos que nos señale la opción, si la encuentra en lo que le hemos dibujado. (De no encontrarla, le mostramos, a través de algún dibujo sencillo la opción de: «¿Es por otra cosa?»).
  4. Si el niño no nos dice de forma verbal la opción correcta, (que va a ser lo más habitual) le pedimos que nos muestre, señalándola (si es preciso le ayudamos al principio) la opción adecuada, si previamente nos hemos asegurado de que esa opción está disponible en la lista que le hemos hecho.
  5. Una vez nos muestra la imagen que representa lo que le pasa o lo que ha motivado su actitud, le ayudamos a expresarlo verbalmente. (Esto es importante, porque es justamente eso lo que el niño ha de ir aprendiendo, que ha de comunicar lo que le pasa para ser ayudado.)
  1. Por último, le damos las gracias por habernos guiado hacia lo que le pasa. ¡Sí! le agradecemos su colaboración…y le hacemos saber que, gracias a que nos lo ha dicho, podremos ayudarle.

Los niños de nivel I y II de TEA suelen entrar rápidamente en esta dinámica, el resto, requerirán más tiempo y paciencia por nuestra parte.

​Muchas veces esbozo garabatos rápidos mientras hablo con él y, si me parece un tema que va a necesitar ser repasado, lo dibujo con un poco más de esmero para que lo miremos unas cuantas veces más, como os muestro en el dibujo de arriba.

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